lunes, 18 de febrero de 2008

Donde me rindo gustoso para no hacer más el oso

Desde Manrique no ha habido
poeta que rime igual
ni más fino:
esta mujer ha sabido
enseñarle a un neandertal
el camino.
Hoy me rindo ante tu arte
y, entre las piernas el rabo,
me retiro,
porque no quiero engañarte
me considero tu esclavo
y suspiro

aaaaaaay

Y ahora el segundo combate: no debí meterme a vate.

(Esta rima debería
haberla copiado ayer,
hoy no pega.
Que ahora se queda fría
y nada tiene que ver;
tarde llega.)

A esta forma de rimar,
tu pensamiento anticuado
viene al pelo.
La mujer siempre ha de estar
en casa con “pie quebrado”,
¿y un buen velo?.

En esa actitud machista
y en ese esquema mental
yo no quepo.
Por mucho que se resista,
se libera el neandertal
de su cepo.

Sabes que soy hacendosa,
que friego, plancho, que coso,
y cocino.
Y que soy muy orgullosa,
que de cólera reboso
si no atino.

También leo, y aun escribo,
y no me tengo por boba,
no lo soy.
Por eso no es de recibo
que me mandes con la escoba,
no me voy.

Se reclama a la mujer
que sea una supernena,
que deslumbre.
En su trabajo ha de ser
la mejor y la más buena,
en la cumbre.

También quieres, exigente,
que sea mujer hacendosa
en la casa.
Luego la reclamarás decente,
bien honrada y cuidadosa
que eso pasa.

¿Y qué será lo siguiente?
¿la querrás habilidosa
en la cama?
¿o sumisa y obediente?
¿o qué se convierta ansiosa
en tu ama?

¡Y además quieres que rime
y que me salga perfecto
y elegante!
Eso sí que me deprime,
que parezcas tan abyecto
y maleante.

¿Esto es lo que querías
conseguir con tu aguijón?
¿el combate?
Pues venga, más tonterías,
sigamos la discusión,
y el dislate.

Donde disculpo mi juicio, pues buscaba un beneficio

Pues sí que te picas pronto…
No te me enfades, colega,
tu ira calma y sosiega,
que yo no haré más el tonto.
Quede claro que valoro
tu tesón y tu buen arte,
pero no podía darte
un premio todo de oro.
Es que, si no, te acomodas
y puedes caer en el vicio
de creer que ya el oficio
dominas de todas todas.
Era, pues, como acicate
que pinchaba yo tu orgullo.
Es verdad de Perogrullo
que evitas mucho dislate
siendo primero un capullo:
no quería coba date.

sábado, 16 de febrero de 2008

Primer combate: defiendo que el desliz no fue tremendo.

La estrofa tan mal contada
-es verdad que no lo ví-
fue un error.
Podría estar excusada
por el tiempo que invertí,
profesor.

Tanto mover y cambiar
por que cuadrase la cosa,
me olvidé;
no me acordé de quitar
la sílaba esa dichosa,
¡oh, mon dié!

Cualquiera se dará cuenta
de la poca gravedad
de mi falta.
Pero usted aún la acrecienta
dándole publicidad,
en voz alta.

En vez de alabar mi gesto
estimulando mi empeño,
e interés,
a criticar corre presto
y se mofa muy risueño
de mis pies.

Vaya un maestro de escuela
que al advertir un error
me critica.
Ni yo soy boba ni lela,
ni usted es tan superior.
Sí, me pica.

Me corrije y me abuchea... ¡pues que empiece la pelea!

No sé por dónde empezar,
me van a explotar las sienes
¡Qué valor…!
Ni sé cómo contestar.
¡Qué poca vergüenza tienes!
¡Qué traidor!

Siempre me vas a pinchar
donde sabes que me pica
¡abusón!
Me quieres hacer saltar
con lo que me mortifica
¡cincuentón!

Si me atacas por dos lados
¿por cuál de ellos me defiendo?
dilo tú.
¿No te gustan mis costados?
Te juro que no lo entiendo,
baalzebuh.

viernes, 15 de febrero de 2008

La corrijo con ahínco... ¡y no saca más que un cinco!

Aprobado, pero justo,
porque en la cuarta sextilla,
verso dos,
aunque le parezca injusto
ha metido la patilla,
vive Dios.
Y si contando no atina
dedíqueseme a otra cosa,
por favor,
por ejemplo, a la cocina:
que si es mujer y hacendosa,
pues... mejor.


Un aprobado me ofrece... ¡¡sobresaliente merece!!

Mi profe particular
un trabajo me ha mandado;
no es castigo.
Tengo ahora que rimar
estrofa de pie quebrado,
e investigo.

He buscado en qué consiste,
qué es la copla manriqueña
o sextilla,
y ya he caido en el chiste,
tiene una línea pequeña,
chiquitilla.

Seis versos de arte menor
cuya rima es consonante
“a”-“b”-“c”
Las sílabas de rigor
son ocho, aunque no obstante,
está el pie.

Es decir, el pie quebrado,
en versos tercero y sexto,
que son cojos.
Que a la mitad se han quedado
sin alegar un pretexto;
son más flojos.

Me siento muy orgullosa
de todo lo que sé hacer,
y ya tardo
en decirle que esta cosa
se la debo agradecer,
Don Eduardo.

Por si hacerlos quieres, hoy pongo deberes

Se ve que disfrutas
con estrofas nuevas
y que no te inmutas
cuando en las disputas
tu habilidad pruebas.

Pues ahora te propongo
que me cuentes tu opinión
en estrofa singular…
(porque mi placer prolongo
cuando veo tu afición
a la hora de rimar)

Pero ahora dicha estrofa
ha de ser “de pie quebrado”;
te aseguro: no habrá mofa
aunque te salga un pifiado.
(Que yo sé que con tu celo
no te desviarás un pelo
y estará todo contado,
perfecto y milimetrado,
ganarás en este duelo
y tendrás el aprobado)

jueves, 14 de febrero de 2008

Otro experimento, y no me arrepiento.

De hombres y mujeres
seguir discutiendo
todavía quieres.
Y no me sorprendo.

El tema escogido
da mucho de sí,
y es mi preferido.
Así hablo de mí.

Aunque no es el tema
lo que te interesa,
que es estratagema,
para hacerme presa.

Tú ofreces el cebo
y yo pico al punto;
ese es el asunto.
Con todo me atrevo.

Como aragonesa
soy también tozuda,
no te quepa duda.
La tenaz princesa.

Mientras pienso en esto
no es en otra cosa;
cuando te contesto
soy muy cariñosa.

Que es buen ejercicio,
yo bien lo comprendo
que da beneficio,
y falta va haciendo.

Que a nuestras edades
la mente envejece
pierde facultades,
y no lo merece.

Tengo que decir
que mientras te rimo
me haces sonreír.
Disfruto y me animo.

Y me gusta hacerlo
sólo por que sé
que vas a leerlo.
Y de buena fe.

Es de agradecer
lo bien que te portas
con esta mujer
de melenas cortas.

Y aquí se termina
esta tentativa
un tanto anodina,
pero creativa.

(Y no me ha dejado
este blog perverso
apartar un poco
cada último verso.
Hubiese quedado
mucho más bonito.
Este desalmado
programa maldito…)

Donde, con cierta premura, intento ponerme a su altura

Muy bueno el soneto.
muy bueno el soneto,
muy logrado, te ha salido bien,
yo, muerto de envidia, a Darío me meto
y con estos versos imito a Rubén.

:-)

miércoles, 13 de febrero de 2008

Perdón, si falto al respeto, al perpetrar un soneto

En hexasílabos ahora me escribes,
y me sorprendes tanto con tu gesto
que, a mi pesar, aun no me he repuesto.
Disfruto al ver que para mí te exhibes.

Y como los dos somos tan proclives,
me aprovecho de ese presupuesto,
con endecasílabos te contesto,
confiando en que mis rimas bien recibes.

Sé que no es un soneto muy elegante,
y que intención no suple a condición,
pero al que no le guste, que se aguante.

El tema de la eterna discusión
lo dejaré para más adelante,
cuando me acompañe la inspiración.

Recojo tu guante y tiro p'alante

Ahora te retiras
de la discusión
con cuatro mentiras
sobre mi melón:
que si significa...
que si el otro asunto...
¡Si la verdad pica,
te rascas y punto!
Y que sepas, niña,
que comienza aquí
esa única riña
que me gusta a mí.
Es un tema eterno,
nunca se renueva
(sólo fue moderno
con Adán y Eva).
Participan todos,
siempre nos motiva,
se habla por los codos,
no se ahorra saliva.
Ya habrás intuido
(pues lista sí eres)
el tema ofrecido:
hombres y mujeres.
Y ahora te dejo
que hables, encantado,
con ese gracejo
que el buen Dios te ha dado.

Esta es la dicotomía: el melón o la sandía

¿Que usted prefiere el melón?
Nunca lo hubiese pensado;
lo creía más osado
valeroso y arriesgado.
El melón es tan tedioso,
anodino y aburrido,
tan blancucho, feo y soso,
tan monótono y sufrido
que el diccionario, tan sabio,
dice que es todo un agravio,
y que denota desprecio.
Melón: hombre torpe o necio.
Y además, no es fruto fino,
que unas veces sale recio
y otras veces, es pepino.
Y aunque suene sospechoso,
es traidor y es alevoso;
puede ser… ¡hasta asesino!
Lo asegura sin errata
una máxima romana:
que es oro en la mañana,
a mediodía es de plata
y por la noche, te mata…

Sin embargo, la sandía,
tan risueña, tan jugosa
tan colorada y hermosa,
tan gustosa si está fría…
Graciosa y entretenida,
-por eso de las pepitas,
tan negras y pequeñitas-
es amena y divertida.
De color rojo pasión,
con perfecta anatomía
¡es más sexy que el melón!
Y si decimos “San Día”
vemos su nombre sagrado,
a diario celebrado.
Es un fruto muy viajado,
que del Pakistán venía.

Estaba yo aquí buscando
por la web más argumentos
y encuentro un blog entre cientos
que este tema está tratando.
Y al leerlo observo ¡horror!
que el melón es ganador
en la lucha "fruticida";
me ha dejado enmudecida…
La riña doy por perdida,
ya puedes darme consuelo
(un besito, un caramelo,
una caricia en el pelo..)
Acabemos con la fruta,
te toca iniciar disputa.

(
http://duodenofrikiblog.blogspot.com/2006/08/meln-vs-sanda.html)

martes, 12 de febrero de 2008

La respuesta está cantada, y no la he pensado nada

Aunque se lo propusiera,
usted nunca me disgusta,
y lo de discutir era
por leer su rima augusta,
que me encanta y enamora,
me subyuga y me conquista,
porque suena encantadora
y tiene fuste de artista.
Pero ya está bien de coba,
vayamos a lo que importa,
la pregunta que me roba
la paz y mi sueño corta:
le diré, sin discusión,
que yo prefiero el melón.

lunes, 11 de febrero de 2008

Su única pretensión es tener gran discusión...

Distinguido caballero,
me encanta hablar con usted
sólo por el placer mero
de tenerle a mi merced
mientras mueve el lapicero
(ya sé que a mano no escribe
pero la rima prescribe).

No necesito buscar
contienda, lucha, jaleo,
razón para el abucheo
tema para disputar
batallar o guerrear.
No me gusta pelear
salvo que sea por jugar
(que es lo que pretende, creo).

Mas si estima necesario
enfrentarse a un adversario
para ponerse a rimar,
lucharé como un corsario
que es abordado en el mar.

El trueque no me disgusta:
yo le atizo con la fusta,
y usted me contesta airado,
en un perfecto rimado;
la cuestión parece justa,
yo le provoco el enfado
y lo retengo a mi lado
(que eso es lo que a mí me gusta).

Propongo como razón
de controversia o disputa,
pues, por ejemplo... la fruta:
de estas dos, cuál más disfruta
¿la sandía o el melón?
Defienda su posición
que Natsuko la refuta
con vehemencia y pasión
(un beso, de corazón).

domingo, 10 de febrero de 2008

La animo a que se aproveche y saque la mala leche

A este paso no avanzamos,
me dejas sin argumentos,
sin guerra aquí nos quedamos
parados como jumentos.
Asín que ya puedes tú
seguir buscando pelea,
gritar como una zulú
y provocarme diarrea
con polémica y jaleo,
y sacar alguna idea
aunque el asunto sea feo
aunque la cosa sea fea.

viernes, 8 de febrero de 2008

El docente y la decente, ella asiente y él disiente.

Permíteme que me ría
a mandíbula batiente,
con toda esta tontería.
Que los dos, ardientemente,
defendemos a porfía
una absurda teoría
sobre el instinto y la mente;
y de uno a otro varía
por discrepar, obviamente.

Pareceré estrafalaria
pero me da el subidón
con todo este mogollón
y esta disputa farsaria.
Si tienes una opinión
yo sostengo la contraria,
y si me das la razón,
por seguir la discusión
me convierto en tu adversaria
(aunque no sea necesaria,
es una aclaración).

Tú dejas de hacer el oso,
y ahora yo voy a empezar.
Tardabas mucho en sacar
el concepto religioso,
y al clero entero achacar
tu ánimo libidinoso.
Satán, tan impopular
es capaz de transformar
al célibe en lujurioso,
al puro en voluptuoso
y al más casto en licencioso.

Y lo que más me ha gustado
es lo de buscar amparo
ja ja ja ¿tendrá descaro?
hasta el fondo me ha llegado.
Ya me imagino la escena:
la mujer desamparada,
desvalida, dando pena
indefensa y empreñada
(puesto que de eso se trata)
esperando que su macho
traiga algo para el gazpacho
o tortilla de patata,
y prepararle la cena.

El hombre, ese cazador
que ha de buscar buena cueva
-de segunda mano o nueva,
que proteja cuando llueva-
para demostrar su amor.
Y ella, paciente y sumisa
le tejerá una camisa,
y parirá con dolor
otro pequeño traidor
de intención aún imprecisa.
Te aseguro, compañero,
que eres excepcional,
que me gustas todo entero,
que la risa no es casual,
y que te asoma el plumero,
y el talante neandertal...
(y un beso, de hembra fatal
que te condene certero
y te lleve en viaje astral
a casa "Pedro Botero")

Donde se dan dos versiones pa tocarle las narices

¿Me estás tomando el pelo?
A ver cómo lo explico,
que tienes mucho pico
y poco cerebelo
(no vayas a enfadarte,
son cosas de este arte)
Todo esto es un camelo,
un invento infernal,
amor, pasión... no hay tal,
es puro caramelo
que pone la mujer
a la vista del lelo
para hacerlo caer.
Invento del demonio,
artimaña del diablo,
en el que cae Antonio,
en la que pica Pablo
(los nombres no son nada:
era rima obligada)
Es muy fácil de ver,
más que el agua está claro:
el hombre va a joder,
la mujer busca amparo,
y, una vez en la cama,
piensan "este me ama,
y aunque sea un bicho
a fornicar se ha dicho".

Mas, como soy veleidoso,
ahora cambio el parecer,
dejo ya de hacer el oso
y te digo a ti, mujer,
que ya opino lo contrario,
que estoy de acuerdo contigo,
yo quedo sin adversario,
tú quedas sin enemigo,
y es que el amor mueve el mundo
y no hay nada más profundo
ni mejor
que ese noble sentimiento
que siempre expresar intento:
el amor

jueves, 7 de febrero de 2008

Parecía baladí, pero está dando de sí…

A ver si lo he entendido…
Que si yo escojo marido
es por que así me lo ordena
la feromona exigente…
Lo que una por dentro siente,
toda esa marimorena,
¿es por una hormona obscena
que elige a un macho dispuesto
con su pene siempre enhiesto
que asegure descendencia?
¿eso dices, en esencia?

¿Y mi voluntad humana
en nada de esto interviene?
(la rima me exige “pene”
y por que me da la gana
lo pongo, que me entretiene)

¿Y todo eso nos hace
la santa naturaleza?
¿Perder hasta la cabeza
por conseguir un enlace?
Eso justificaría
lo del sexo y la pasión,
la lujuria, el calentón,
la promiscuidad impía.
Pero, ¿y el resto del día?
¿también tiene por misión
lo de la copulación?

No dudo que en algo influya
lo que dices del instinto
(la biología es muy suya);
sobre todo en la elección,
el género es variopinto
y debe haber selección.
Pero la razón no encuentro
de que deba ser el centro
de toda la relación.

No se debería mezclar
el sexo con el amor.
Pretender justificar
el cariño y la ternura,
porque lo exige natura
en su afán repoblador,
me parece una postura
de animal depredador.

Y mostrando mi ignorancia,
me surgen algunas dudas...

¿Y el encendido a distancia?
(no lo niegues, no lo eludas,
existe y tiene importancia)

¿El instinto es del ser vivo
sólo por así nacer?
¿O del macho es exclusivo
tan rijoso proceder?

¿Tiene mucha relevancia
ese instinto en la mujer?
¿Estamos siempre dispuestas
limpias, contentas y prestas
a que nos veas desnudas
para que tú, ardiente, acudas
a procrear con placer?
¿Eso suele suceder?

¿Y el instinto no se gasta,
se agota, no dice basta?
¿Y cuando no hay munición,
no resultaría nefasta
la ley de conservación?

¿Y en la homosexualidad?
¿el instinto se equivoca?
¿Natura se vuelve loca?
¿Acaso es enfermedad?
¿conoces tú la verdad?

Y no sé por qué pregunto
siempre tanto y no me canso;
será por hacer el ganso;
Nunca contesta al asunto.
Sólo dice fin y punto.
(No sé cómo aún le ajunto).

A pesar de su descaro, le contesto sin reparo

Ahora mismo te respondo,
porque cuando no se espera
la respuesta es más sincera
y a mí me pone cachondo.
(No hagas caso, es pantomima:
la esclavitud de la rima).
Y es que el instinto no acaba,
al menos, en el humano,
y escapar a él es vano
porque nunca encuentra traba.
Que siempre estamos dispuestos,
aunque no haya descendencia,
a caer en la indecencia
entre iguales, o entre opuestos,
y debemos ser honestos:
para negar la evidencia,
hay que tenerlos bien puestos.

Feculum lo finiquita, Natsuko lo resucita.

Qué importa lo que yo opine
en tan vana discusión.
El expone su opinión,
con más o menos razón,
y decide que termine
al punto aquí la cuestión.

Que se aburre, se impacienta
de charlar sin ton ni son,
de decir con fruición
que el amor a su parienta
no es tal, sino inclinación
para la reproducción.

Pues insisto en la cuestión
de qué hacer con la señora
cuando le llega la hora
cuando se agota el filón,
su misión generadora.

¿También se acaba el instinto?
¿O quizá se va cambiando
por otro interés distinto
cuando el tiempo va pasando?

Si a preñar ya no hay tendencia,
y sin eso no enamora…
¿qué instinto te rige ahora
que obligue a la convivencia?
¿será el de supervivencia?
¿necesitas de su ciencia
pa’enchufar la lavadora?

(Ah, pero ahora me saldrá
con que la Iglesia ha influido,
en toda esta situación,
que obliga a cada papá
con mamá a estar unido
hace mucho tiempo ya).

Y como tú has decidido
acabar la discusión
no espero contestación.

Con arrojo y decisión, finiquito la cuestión

Hemos de llegar a un punto
en el que estemos de acuerdo,
porque yo ya estoy que muerdo
con este dichoso asunto.
Y es que no tengo paciencia,
y es que me domina el tedio,
buscaré el término medio
si no es una inconveniencia.
Digamos que el amor, pues,
es un dieciséis por ciento
de pasión y sentimiento,
y que el resto instinto es.
Y si te parece injusto
tan escaso porcentaje,
prepara tú otro potaje
que yo ya me quedé a gusto.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Y luego es la mujer quien cambia de parecer...

A ver, a ver señorito,
con estas cosas, me irrito.
Y mira que me da rabia
entrar al trapo, lo admito,
pero qué hago con mi labia
si no la suelto un poquito.

Primero me requerías
(demandabas o exigías)
un ripio largo y jocoso
que decía tonterías
sobre el asunto amoroso
que había escrito hace días.
En sus versos me burlaba
del hechizo y del embrujo
que a todos nos provocaba
eso de pelar la pava;
y cual borrachos de orujo
así el amor nos tornaba,
se nos caía la baba,
nos sentíamos de lujo.

Y satisfecha con creces
tu insistente petición,
me contestas que enloqueces
cuando acaba la pasión.
Que todo es un artificio
que conjuró algún bribón,
con su mal arte y oficio,
y te partió el corazón;
pero roto el maleficio
se acabó la devoción,
y se transformó en suplicio
tu anterior inclinación.
Que te da una depresión
cuando aquello ya concluye;
Que te deja con bajón
ella, cuando de ti huye
y se larga sin razón.
Que se entere el personal
de que se pasa muy mal.

De todo esto se deduce,
que te has visto en situación,
y conoces la emoción;
que no todo que reluce
es oro, alhaja o jamón
y que eres un fanfarrón.

Por ello, sólo he observado
que eso no siempre es así.
Y a decir me he limitado
que en muy pocas ocasiones
te dejaría tirado
la que antes te dijo “sí”.
Reitero mis posiciones.

Y ahora escéptico te pones,
y te inventas teorías,
excusas y mil razones,
todas absurdas y frías,
para explicar el calor
que nace en los corazones
cuando sienten el amor.

Dices que es un instrumento
que mamá naturaleza
nos ha puesto en la cabeza
para el apareamiento,
así no nos da pereza
y se perpetua el invento.
Teorias de reproducción
con el fin de mantener
vigente la población.

Para ti la hembra ha de ser,
por lo tanto, muy fecunda,
que le guste la coyunda,
y de fácil convencer.
Una gran procreadora
que perpetúe la especie,
buena madre y criadora,
y que de ello se precie.

Y cuando al fin se termina
la edad reproductora
(excusa de la atracción
del sexo y de la pasión)
¿qué hacemos con la señora?
¿se destruye, se extermina?
¿que se quede en la cocina?
¿o se cambia y se combina
por otra fértil y nueva?

No te caerá esa breva…

Natsuko no está en sus trece, y esta respuesta merece

Huy, qué largo te ha salido,
cuánto escribes, cuánto sabes,
pero no quemo mis naves
ni me doy por vencido.
Debes saber, noble dama,
-piquito de colibrí,
rosa de pitiminí-
que es tonto quien así ama.
De todas las emociones,
la más falsa es el amor,
espejismo, niebla, ardor
malgastado por razones
que no he alcanzado a ver
ni tú me haces comprender
con los ripios que aquí pones.
Es calentarle la oreja
a nuestro instinto más bajo,
es tomarse otro trabajo
para encontrar la pareja.
Es un truco natural,
una manera jocunda
de nombrar la vil coyunda
que practica el animal.

martes, 5 de febrero de 2008

Fin del enamoramiento: no es para tanto, disiento.

No te había contestado
al discurso dedicado
al final del amorío
porque tiempo me ha faltado;
así que, aunque tardío,
aquí mismo te lo envío.

¿Qué pasa, que no conoces
del amor todas las mieles?
¿Pretendes que a los claveles,
versos, amor y oropeles,
le siguen pronto los roces
mal humor y recias voces?
¿Que luego vienen las coces,
el amargor y las hieles?

Una vez más, compañero,
no estoy de acuerdo contigo,
así que a ver si consigo
convencerte con salero
(al menos, con mucho esmero
voy a intentarlo; prosigo)

Algo de razón ya llevas
cuando hablas del final;
pues después que te amancebas,
te enamoras, tal y cual,
enloqueces, te sublevas,
construyes tu Taj Mahal,
y todo lo que te atrevas,
sucede lo inevitable.
Y es que se va consumiendo
la sensación agradable;
la mujer tan adorable
al fin, ya no lo va siendo,
y el señor tan estupendo,
se convierte en aceptable.

El tiempo, que todo cura
no hace sino transformar
aquella hermosa locura
(bendita, absurda o lunar)
en relación más madura,
y que se pueda llevar.
Las exaltadas pasiones
van quedando amortiguadas
por la costumbre, y cambiadas
por distintas ilusiones,
sentimientos y emociones.

Nace así la confianza,
la amistad y compañía,
como una estrecha alianza
que se logra día a día
con fortaleza y templanza
(y déjame que me ría
y que me lo tome a chanza
que este trozo me ha salido
como de sermón manido
de cura muy aburrido;
mi intención esa no ha sido)

El caso, y a lo que iba,
(que me despisto enseguida
y luego ya se me olvida
la perorata o diatriba)
es que el dichoso final
de tanto enamoramiento
no es trágico ni fatal;
y además, es más bien lento.
Es un desenvolvimiento,
un cambio o evolución,
un devenir natural
que no causa depresión;
sustituye la pasión
por algo que es más normal.

Y pocas veces ocurre
que tu amante te abandone
(será que mucho se aburre
el que a tu lado se pone)
Quizá sufriste experiencia
que te haya dejado huella;
quizás alguna doncella
huyó de ti, con prudencia,
causándote gran dolencia.

Pero no es lo acostumbrado,
y no lo generalices,
y no toques las narices,
y no seas desalmado
¡que disfrute de su amado,
y que coma sus perdices
el lector emocionado!

Y ahora más te valdría
dedicarte con porfía
a seducir a tu amada,
que se sienta subyugada,
protegida, conquistada..
usa tu galantería,
y del amor verdadero
disfruta con alegría.
Que ya estamos en febrero,
y de Cupido es el día
el catorce, todo entero.
Si no eres un chico malo
¡ya puedes comprar regalo!
(se admite una poesía,
flor, bombones, monedero,
libros, o incluso un llavero
¿captas la fina ironía?)


viernes, 1 de febrero de 2008

Aclaración necesaria, sin llevarte la contraria

Oye, "chorba", digo yo
que si “jamona” te llamo
a todo el mundo proclamo
lo que me gustas, ¿o no?
También podría decirte
“gachí”, “churri”, o “monumento”
dependiendo del momento
o cuánto quieras reírte.
En fin, que esto de los nombres,
sin quitarte la razón,
en más de una ocasión
nos pasa igual a los hombres…
“Cacho carne” o “tío bruto”,
se oye mucho desde el coche,
pero en cambio por la noche
“cariño” a cada minuto.
Y en fin, no me alargo más,
porque todas sois “marujas”
(y si suegras, también “brujas”)
pues cosas que hacer tendrás…

Una palabra de amor te convierte en triunfador.

De palabras vengo a hablar,
pero no de cualesquiera,
sino de las que una espera
de un hombre un día escuchar.


Cuatro palabritas finas
nombradas como al azar,
pueden hacernos temblar,
sentirnos casi divinas,
especiales y sin par.


Y en esto no hay distinciones
que todas vamos parejas,
chicas, jóvenes y viejas,
perdemos las convicciones
si nos calientan la oreja.


Si él te susurra “muñeca”
tu sangre se arremolina,
te hinchas, te pones hueca,
pareces una gallina
cuando se pone clueca.


Y cuando te llama “nena”,
tu cuerpo se desmelena,
te derrites anodina
cual si fueres margarina,
¡qué blandas somos! ¡qué pena!


Si estás en días de celo
y él te murmura “mi cielo”
se te va la sensatez
y las bragas caen al suelo
(perdón por la ordinariez,
permítamela una vez).

Pero la más sugerente,
la que la palma se lleva,
es “princesa”, obviamente;
si no lo crees haz la prueba
Suena como una caricia,
que seduce y embelesa.
Suerte tiene la patricia,
que a Felipe, con pericia,
le supo dar cama y mesa;
pues además de Letizia
todos la llaman princesa.

Y también nos emociona
cuando nos dicen “preciosa”,
linda, guapa, y hembra hermosa.
Todo lo que te menciona
a tu antojo lo interpretas;
aunque te llamen jamona
obtusa o incluso mona,
con mucho gusto lo aceptas,
pues de su boca proviene
y el amor, es lo que tiene,
ciego, sordo, y con caretas…


También se escucha “cariño”
aunque suena más formal,
más de pareja con niño
en régimen conyugal.


Otros, en cambio, nos llaman
mi vida, churri, o bombón;
o con suerte te proclaman
reina de su corazón.

Y alguno, más atrevido,
una palabra se inventa
y te la dice al oído,
o la escribe, enardecido,
y tú, siempre tan contenta.

Pero tengamos en cuenta
que siendo tan cariñosa,
la palabra, tan hermosa,
todas, todas, las setenta,
nos dicen la misma cosa:
en el fondo, "la parienta".