jueves, 10 de julio de 2008

Voy a pedir un favor a este estupendo señor.

Mi querido compañero...
“Querido” porque te quiero;
ya sé que esto no es amor
sino un "querer", ergo espero
que esta denominación
no te intimide, bombón.
Sólo son palabras, pero
a veces te dan pavor,
y te imagino abrumado
apagando el monitor,
huyendo de este pecado.
No lo hagas, por favor.
Sonríe por la sorpresa;
pues no esperabas, confiesa,
entrando aquí, por rutina,
encontrar rima tan fina,
tan estupenda y traviesa.

Mi querido compañero
de tecla y ordenador...
Aunque lo que es compañía
no me haces mucha, asevero;
(de nuevo es palabrería,
no lo digo con rencor).
Cinco meses, madre mía,
(cuatro y uno casi entero)
sin maestro ni tutor,
sin tu gracia y tu salero,
sin incentivo, sin guía.

Rimarte me estimulaba,
me daba marcha, alegría,
o sea, que me gustaba;
que pensaba y discurría
a ver qué te contestaba,
un ratillo cada día.

Y aquí me tienes, nerviosa,
sin saber cómo acabar;
te pediría una cosa,
pero no quiero abusar;
la cuestión es espinosa,
no sé si te va a gustar;
si me quieres contestar,
la respuesta espero ansiosa
(la rima, tan caprichosa…
no te vayas a agobiar).

Bueno, ya voy, me decido.
Cabizbaja y muy melosa
humildemente te pido
algún ripio, alguna glosa,
una rima que me invite
me provoque o me encabrite.
Sin ninguna obligación,
tan sólo de cuando en cuando,
por no perder la afición
esta de escribir rimando.
Y no hay segunda intención.

No te lo pienses dos veces
ni busques tres pies al gato,
sólo es por pasar el rato;
aunque sean gilipolleces,
y aunque parezca insensato.

Mi querido compañero,
distinguido caballero,
¿quiere ser mi profesor,
contrincante puñetero,
mi acicate y mi censor?
Porfa porfa porfavor.

(Te consiento una demora
en contestar de tres meses;
si para entonces no hubieses
respondido a mi clamor,
se te habrá pasado la hora.)

Y con este testamento,
me despido -de momento-.

No hay comentarios: